miércoles, 6 de mayo de 2015

La Risa de los Pájaros


La Risa de los Pájaros


              Caminé por el sendero del parque hasta aquella butaca de plaza. Me senté bajo la sombra de un árbol gigante a escuchar como el trino de los pájaros se transforman en voces hablando de mí. Y mientras se ríen de mi pequeña sombra refractada en el piso debajo de mí, trato de fingir que no los escucho, pero no puedo, es imposible no escuchar sus murmullos ofensivos. 

Entonces ella aparece como de repente, de la nada y se sienta a mi lado. Me pide que no la mire y no quiero que se aleje de mí, entonces no la observo, pero le pregunto si me estaba esperando. 

-Sí, te esperaba como siempre lo hago cuando decides venir a verme- me dice casi susurrándome al oído.

-¡Que! ¿Los pájaros se están riendo de ti otra vez?- me dice sabiendo que sí.

-Sí. Ellos se ríen porque mi sombra es pequeña y esta torcida con relación a la banca de esta plaza- le cuento, pero eso ella ya lo sabe, porque ella viene en representación de todos los pájaros de la plaza. Y estoy casi seguro, que su boca es un enorme pico de ave, solo que no lo sé con certeza, porque nunca deja que la observe porque al instante que volteo para verla, siempre desaparece, dejándome solo, como cuando vine.

-Bueno, parece que siempre discutimos el mismo tema vos y yo-Me dice, mientras mi tono de voz al hablarle, altera a las personas que pasan.

-¿Ves? Siempre discutimos sobre pájaros parlanchines y la gente termina parada allá, mirándonos desde lo lejos. Riéndose de nosotros como si no se pudiera hablar en voz alta en la plaza.- le trato de explicar mientras me reacomodo en la banca mirando hacia abajo.

-Hace mucho que no venias por acá, casi que te extrañé un poco- me dijo

-Sí, ya lo sé, pero esta vez vine solo-le conté. Pero ella sabía que mi esposa iba a venir a buscarme cuando saliera del cine con mi hija.

-No te creo, seguro están en el cine, divirtiéndose, mientras vos estas acá discutiendo conmigo, que yo te extraño- me dijo

-Vos sabes que yo no puedo entrar donde hay mucha gente, se me cierra la garganta y se me seca- le dije

-Sí, sí y te mareas y si te quedas un rato mas ahí dentro te desmayas, ya sé lo que te pasa a vos. Quizás de eso se ríen los pájaros, que no podes disfrutar de una película con tu hija y tu mujer- me dijo

-¡A vos que te importa! Que sos vos, ¿la reina de los pájaros? Que decís que me extrañas y cuando vengo por fin a verte, te reís de mi, como lo hacen los pájaros, como lo hacen las personas ahí paradas o allá sentadas, que no dejan de mirarme. De acusarme con su cabeza, con su mirada y voltean para reírse, porque los veo reír.

            Entonces escucho mi nombre a lo lejos. Es mi mujer que me está llamando junto a mi hijita. Y le hago señas con la mano de que espere un segundo. Y me pongo derecho y mirando muy de reojo, le digo a mi amiga adiós, pero ella ya no está allí. Seguro ya voló a los arboles a esconderse de mi familia. Entonces me levanto y camino hasta donde esta mi mujer y ella, que estaba parada allí desde hace un rato, me dice:

-Otra vez te molestaban los pájaros amor-me dijo mi mujer con una sonrisa amorosa.

Y el silencio respondió por mí. Mientras me tomaba de su brazo caminamos juntos por la acera del parque, ante el ocaso que se precipitaba rápidamente, entre vientos lejanos y murmullos perdidos. Y la risa de los pájaros que poco a poco se disipaba de mi mente, como todo ese mundo imaginario que se desploma ante la presencia de la persona que amo.

La vida tiene matices extraños. Colores y poemas atonales. Momentos de locura y de razón, que conviven en mi, muy dentro y que debo saber apreciar, si es que quiero algún día poder decir, he sido feliz en mi vida.

Y otro invierno vendrá, en poco tiempo y ya ver el mundo desde la ventana será otra historia que contar, con sus vientos y lluvias, sus soles cálidos y noches de estrellas a media luz. Pero siempre con esos encuentros que me dejan pensando, mientras mi enfermedad se apaga conmigo. 




*

La Esquizofrenia se caracteriza por las alucinaciones 
y escuchar voces.
Donde es normal que el individuo que la padece hable solo
o discuta y se ria con sus fantasmas.
No existe maldad en su corazón, solo acomoda su mente
para que "su mundo no lo haga sentir diferente".

Pero…
No existe la diferencia.
Somos lo que somos 
y eso es lo que
nos hace
únicos.

*

                                                                             - FIN –


                                                                                                           por: LUIS SADRA.
                                                                                                  del libro: "Esquizofrenia"



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