lunes, 19 de diciembre de 2016

El Salto.



El Salto



          Una sucesión de eventos me condujo hasta el final de mis tiempos. Nunca logre que los laberintos de mis pensamientos me dejaran en armonía con mis borrosos recuerdos. Y aquella luminosidad disidente que me habitaba, se fue consumiendo en ese abismo cada vez más intenso, hasta que la oscuridad se hizo absoluta. 

          Como penetrando en las grietas desoladas de mi demencia, una idea entristecida en el paso de un tiempo indiferente, magulla el último deseo de vida que me queda. Sus mismísimas partículas contaminadas se esparcen en un viento tempestuoso dentro de mí, dilatando mi tribulación. 

           Y me formo para transitar esa última senda espinosa. Oscurecido en esa energía sombría y nebulosa dentro de mi cabeza, donde levité durante siglos, noche tras noche en esa absorbente soledad. 

          El tiempo narra sus segundos en regresivo, mientras los muros que me mantienen prisionero, se derriten en el hedor de sus propias visiones abstractas.
Soy la última esperanza de mi mismo.
El último aullido desesperado a una luna oscura, que se muestra indiferente a mis designios.
Y la influencia emocional conflictiva que me subyuga, me revela ese ligero límite infame que separa la realidad, de esa sombría y desquiciada demencia que me condena.

Y me lanzo al vacío.

Con el tiempo absolutamente desaparecido. 
La gravedad invisible sometiéndome en sus garras. Apoderándose de mí cosmos.
Aplastándome en su ira sádica y veloz.
Desmembrando mi identidad para siempre, en un olvido tan injusto como la angustia, que tortura todo lo que estaba debajo de mi piel.



Oh sórdida decadencia.
Locura incontenible.
Como quisiera arrancarte de mi carne.
Abandonado en los laberintos de tu demencia.
Callado en las dudas del tiempo.
Coagulado en el viento que me sofoca. 
Porque es la muerte la que reclama mi partida...
Acechando expectante en el suelo
para acariciar mi alma en el momento que golpee la piedra
y me sumerja en su malicioso sueño envenenado 
por siempre.


                                                                          de Luis Sadra.


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